El 74% de las brechas de seguridad se debe al factor humano. En plena ola de digitalización, las pymes siguen tropezando en lo mismo: contraseñas débiles, autocompletado en navegadores, software sin actualizar y trabajadores sin formación. La seguridad empieza en la mesa de cada empleado.
El peligro está donde menos molesta: en lo cómodo
La mayor amenaza para muchas pymes no es un hacker ruso con capucha negra, sino algo más cotidiano: la comodidad.
Guardar contraseñas en el navegador, reutilizar la misma clave, confiar en el autocompletado o dejar el portátil sin bloquear “solo un momento”… gestos inocentes que se convierten en dinamita digital.
El reciente informe de Cybercheck Security lo deja claro: el malware tipo infostealer (como RedLine, Vidar o Raccoon) necesita segundos para extraer credenciales guardadas en Chrome, Edge o Firefox. Segundos. Y con ellas, el atacante entra donde quiere: redes corporativas, ERP, correo, bancos, proveedores, documentación interna… una autopista abierta.
“Igual que nadie dejaría la llave del almacén pegada con cinta en la puerta, tampoco deberíamos dejar nuestras claves dentro del navegador”, advierte Ignasi Nogués, Chief Growth Officer de Qualiteasy. “Un solo dispositivo comprometido puede otorgar acceso directo a datos sensibles”.
El Data Breach Investigations Report 2024 de Verizon ya lo avisó: el 74% de las brechas de seguridad implican el factor humano. Y pocos factores son tan humanos como la pereza digital.
Lo que realmente abre la puerta a los ataques (y no son los hackers)
Las brechas más comunes en trabajadores españoles no pasan por sofisticación, sino por rutina:
- Contraseñas guardadas en el navegador.
- Reutilizar la misma clave en todas partes.
- Aceptar sin leer permisos o avisos de descarga.
- Confiar en correos “urgentes” de proveedores.
- Trabajar en WiFi pública del aeropuerto o cafetería.
- Software sin actualizar desde hace meses.
- Dispositivos personales mezclados con los de la empresa.
La combinación de costumbre + falta de formación + presión por ir rápido es perfecta para que un incidente pequeño termine en pesadilla. Nogués lo resume en una frase que debería colgarse en cualquier oficina: “La comodidad no puede estar por encima de la seguridad”.
“Desconfía del ‘urgente’” es una medida demostrada. Los atacantes explotan justo eso: urgencia y presión. Un informe de IBM Security muestra que los correos que llevan la palabra urgent multiplican por 4 la probabilidad de ser abiertos. Además, los dispositivos híbridos (mismo móvil para trabajo y ocio) multiplican el riesgo de brecha por dos.
Medidas esenciales (de verdad) para una pyme que quiera dormir tranquila
Las recomendaciones de Qualiteasy no son ciencia ficción. Son básicas, accesibles y —sobre todo— urgentes.
– Prohibir guardar contraseñas en el navegador. Sin excepciones. Es como dejar la caja fuerte abierta para “no perder tiempo”.
– Usar un gestor de contraseñas. Seguro, cifrado, con acceso biométrico y contraseñas únicas.
Los gestores eliminan la tentación de repetir claves y facilitan la renovación periódica.
– Activar MFA (autenticación multifactor): Correo, plataformas, banca digital, CRM… Un solo segundo factor (app, SMS o token) reduce en un 99% el riesgo de acceso no autorizado (dato confirmado por Microsoft Security).
– Actualizaciones automáticas siempre activadas. El 60% de los ciberataques en pymes aprovecha vulnerabilidades conocidas y ya parcheadas. Traducción: no falló la tecnología; falló no actualizarla.
– Formación continua y realista. Nada de sesiones eternas o tecnicismos: cómo identificar un phishing, qué no descargar jamás, cómo gestionar contraseñas, qué hacer si se sospecha un ataque.
La ciberseguridad es más comportamiento que software.
El Anti-Phishing Working Group confirma que más del 80% de los ataques iniciales llegan por correo. Un clic a destiempo sigue siendo la principal vía de entrada.
Las pymes no necesitan ser tecnológicas: necesitan ser responsables
La mayoría de ataques a pymes no requieren IA ni ciberdelincuentes de élite. Solo requieren que alguien guarde sus contraseñas en Chrome o que abra un archivo que no debería. La verdadera ciberseguridad empieza en lo pequeño:
un bloqueo automático, una clave que no se repite, un gestor de contraseñas, una política clara, una formación trimestral.
Y, sobre todo, un cambio cultural: entender que cada empleado es un firewall… o una puerta abierta.
Las grandes crisis digitales no nacen en los servidores. Nacen en los hábitos.







