#MenudasEmpresas


¿Quién quiere a la mediana empresa en España?


Daniel Hernández | Madrid

4 de mayo de 2015


Es de sobra conocido el peso de las pymes en nuestro país: representa el 99,9% del tejido empresarial. Es una cifra muy parecida a la que presentan países del entorno europeo. Es idéntica en Francia, Italia o Portugal. En el Reino Unido o Alemania suponen el 99,6%. Pero conviene echar un vistazo a ese enorme ecosistema para percibir las diferencias y extraer conclusiones. Ahí es cuando se ve que el tejido empresarial español está muy atomizado, con un peso mayor de las empresas de menos de 10 asalariados que en otros países y menor de las empresas medianas, es decir, de aquellas entre 50 y 249 empleados.

Durante los años de crisis las diferencias se han agravado gracias a la estabilidad en el porcentaje de micro empresas y el descenso del porcentaje de pymes con más de 50 trabajadores. Entre 2008 y 2014 el número de empresas sin asalariados aumentó un 4,6%, el de pequeñas empresas con hasta 9 empleados se redujo un 1,4%. Sin embargo el peso de las empresas de entre 50 y 199 trabajadores no ha dejado de caer en todo el periodo acumulando un retroceso del 19,7%. En esa horquilla es donde se encuentran la mayoría de empresas medianas españolas, que en 2014 tenían de media 95 empleados. El año pasado todas esas empresas medianas representaban el 0,7% del total según estimaciones del Circulo de Empresarios a partir de datos de Eurostat. En el periodo 2009 a 2014 el valor añadido que aportaron estas pymes descendió un 8% según un estudio de Sage.

Los referentes del conocido como mid-market habría que buscarlos en Alemania y Reino Unido donde estas compañías representan el 2,6% y el 1,5% respectivamente. Además la representación de las pymes con menos de 10 trabajadores está por debajo del 90% en ambos casos y las pequeñas (entre 10 y 49 trabajadores) también pesan más: en el caso de Alemania son el 15% del total.

Si hubiera que representar la estructura empresarial en Europa habría que pensar en un reloj de arena: ancho en la base y en la parte superior por el número y la importancia de pequeñas y grandes empresas y estrecho en el medio por lo que representan las medianas empresas. En el caso de España esas diferencias son más pronunciadas. Aquí hay un importante número de microempresas, las medianas tienen menor representación y las grandes superan la media de número de empleados con 976 en 2014.

El peso del mid-market en aquél país «es algo cultural», dice Alicia Coronil, directora de Economía del Círculo de Empresarios. «Las grandes empresas apoyaron al nazismo y tras la Segunda Guerra Mundial se consideró importante desvincularse de ese pasado». Por eso se promocionó la mediana, que fue ganando peso conforme el país se iba convirtiendo en una potencia exportadora. En Alemania las medianas aportan un 21% del empleo total, cerca del de pymes con entre 10 y 49 empleados, que sostienen el 23% del empleo. Sin embargo, en España las pymes con menos de 10 asalariados dan el 40% del empleo. La mediana aporta el 14%. Son cifras parecidas a las de Italia con un 46% de los empleados trabajando en micro pymes y sólo un 12% en el mid-market.

Pero además del aspecto cultural también hay que fijarse en el peso de los sectores en los distintos países. La industria exige empresas con mayor tamaño y en Alemania este sector equivalía en 2013 al 30,7% de su PIB, frente al 23,3% de España e Italia, según datos del Banco Mundial. Las empresas industriales sin asalariados representan en España el 38,4% del total del sector frente al 53,% de todo el tejido. Las medianas industriales son el 2,1%, más del triple del peso que tiene si incluimos todos los sectores. Al tamaño de la industria se junta la vocación exportadora de Alemania otro elemento que exige empresas más grandes y que explica la mayor importancia del mid-market en aquél país.

La importancia de las medianas

El año pasado el mid-market de 12 países europeos (Reino Unido, Irlanda, Alemania, España, Francia, Portugal, Italia, Holanda, Bélgica, Polonia, Eslovaquia y República Checa) generó el 18% del Valor Añadido Bruto. Para 2015 el estudio elaborado por Sage prevé que esa cifra aumente un 3% hasta alcanzar 1,06 billones de euros. El sector emplea en esos países analizados (que representan el 86% del PIB comunitario) al 17% de la población activa. El estudio estima que sume 124.000 puestos de trabajo anualmente de aquí a 2019. Pero el reparto es desigual. Alemania alberga 3 de cada 10 empresas del mercado mediano de los países estudiados. Si sumamos las del Reino Unido se alcanza el 46%. Los cuatro mayores mercados del grupo (Alemania, Reino Unido, Francia e Italia) suman 12,7 millones de empleados, más de dos tercios del total.

Entre 2012 y 2014 la financiación alternativa creció un 152%

Ser más grande «da más opciones para internacionalizarse y tener una oferta de financiación más asequible o de fuentes alternativas» dice Alicia Coronil. Precisamente España se caracteriza por la fuerte dependencia de sus pymes de la financiación bancaria y su principal queja es el coste. Sin embargo, según una encuesta del BCE, esta sensación se va disipando poco a poco desde finales de 2013. Entre abril y septiembre de 2014 prácticamente ninguna empresa manifestaba que había tenido que pagar mayores tipos de interés frente al 33% de seis meses antes y el 71% registrado entre abril y septiembre de 2012.  Además un informe de la Universidad de Cambridge muestra el crecimiento de la financiación alternativa, que ha alcanzado el 152% entre 2012 y 2014. España se situó en el sexto puesto de la lista de los que beben de estas fuentes, tras Reino Unido, Francia, Alemania, Suecia y Holanda. De la necesidad se ha hecho virtud. Ante el cierre del grifo del crédito bancario las empresas han buscado otras vías. Pero aquí también importa el tamaño. «Las medianas tienen más capacidad de costearse requisitos que exigen acceder a esa financiación como por ejemplo una auditoría» dice Coronil. Mónica Melle, profesora de Economía Financiera de la Universidad Complutense y miembro de Economistas Frente a la Crisis, señala la actitud de las entidades financieras. «Los bancos no analizan bien la solvencia de la pyme y exigen mayores niveles de garantías frente a las grandes». Tener empresas más grandes significa exportar más. Es la conclusión del estudio del Círculo de empresarios. El año 2012 las empresas medianas industriales españolas vendieron al exterior el equivalente al 32% de su facturación. Casi tanto como las grandes, que exportaron por valor del 33%. Las pymes por debajo de 50 empleados facturaron del extranjero el 14% del volumen total. En el sector servicios sí son las medianas las campeonas de la exportación. Venden fuera el 17,5% de su facturación total, frente al 16,2% de las grandes y el 8,4% de las pequeñas y micropymes.

Un mid-market importante

«Con el tejido empresarial de Reino Unido se habrían salvado 400.000 puestos de trabajo durante la crisis y con el de Alemania nuestra productividad sería un 13% superior», dice Coronil. El conjunto de la economía se beneficia con un mid-market más importante. No es un problema de productividad. «La productividad de la pyme española supera la de la media europea» dice Melle. Es cuestión de que las empresas más grandes son más productivas y en España no hay tantas. El año 2012 el Valor Añadido Bruto por empleado fue de 2,6 millones en las micropymes, de 3,9 millones en las pequeñas, de 4,8 en las medianas y de 5,7 en las grandes.

Al comparar entre iguales se ven las diferencias en este ámbito. Aquí destaca Portugal, un país en el que las medianas empresas aportan un 22% del valor añadido comercial a pesar de que emplean al 16% de la población activa. La productividad de estas empresas es alta también en Holanda, Italia y España. Aquí con el 13% del empleo se genera el 17% del Valor Aádido Bruto comercial.

Cómo crecer

La cultura del emprendimiento es un mantra que ha aflorado en estos tiempos de crisis. Tanto el Gobierno anterior como el actual no han ahorrado alabanzas a quienes se han atrevido a establecerse por su cuenta. En esta legislatura ha habido diferentes baterías de medidas para ayudar a los pequeños. Las últimas que aprobó el Consejo de Ministros tiene que ver con la compatibilizacion del cobro del paro con el inicio de una actividad empresarial, o bonificaciones a la contratación para autónomos dependientes. Una medida estrella ha sido la tarifa plana de 50 euros a la Seguridad Social para autónomos.

«El resultado de estas medidas, que creo que son positivas ─ dice Coronil ─, han redundado en que aparezcan nuevas empresas como fuente alternativa a encontrar un puesto de trabajo por cuenta ajena». Pero esto también ha ayudado a eliminar nombres de las listas del desempleo a cambio de precariedad. «Hay mucho paro y por eso la gente se busca la vida», dice Melle, así que «lo de la alfombra roja que se dijo es puro marketing». Encontrar medidas del Gobierno que ayuden a que las empresas crezcan es más complicado, señala Coronil. «En una economía dinámica no sólo hace falta que surjan empresas sino que estas crezcan y se hagan grandes».

Pero ¿cómo? En el ámbito de la fiscalidad el Circulo de Empresarios habla de simplificar el impuesto de Sociedades. La reforma fiscal fijó un tipo único del 28% en 2015 y del 25% en 2016, pero el tipo efectivo, lo que realmente se paga, depende de las deducciones y exenciones centradas en las pequeñas y que pueden suponer una barrera que desincentive crecer. Además Coronil pone el foco en los 6 millones de facturación, «a partir de ahí aumenta el tipo impositivo y pasas de liquidaciones tirmestrales de IVA a liquidaciones mensuales y eso quita circulante» a la empresa. Para Melle «las deducciones no sirven para nada porque no se evalúan» y apunta que las empresas grandes pagan pocos impuestos. El informe Anual de recaudación de la Agencia Tributaria de 2012 indica que las empresas con una cifra de negocios superior a los 60 millones de euros tributó un 4% de media. Aún así aquél año el incremento del impuesto fue del 18% respecto a 2011. En 2013 las empresas del IBEX tuvieron un beneficio bruto de 13.100 millones de euros y pagaron un 6% de media.

La exportación por parte de las pymes ha supuesto un cambio de mentalidad que no tiene marcha atrás

La exportación ayudará poco a poco a que las empresas españolas vayan ganando tamaño. Es una de las pocas consecuencias positivas de la crisis. Se ha hecho de la necesidad virtud y se han buscado mercados exteriores. «Hay un cambio de mentalidad» dice Coronil. Una solución para paliar los problemas del tamaño pasa por «potenciar la posibilidad de consorciar para salir fuera» dice Melle, «y en eso el apoyo de la Administración es fundamental». Siguiendo con ese espíritu de compartir, la profesora propone «potenciar parques públicos donde las pymes puedan realizar labores de investigación y desarrollo sin que tengan que tener departamentos propios».

Un mayor tamaño de las empresas también ayuda a la estabilidad en el empleo. En este ámbito hay que tener en cuanta que a partir de 50 trabajadores es obligatorio constituir un Comité de Empresa. Esto supone un freno al crecimiento de las pymes según Alicia Coronil porque «exige liberados y dar más información a los trabajadores» lo que provoca «más gastos de gestión». Pero dotar de más instrumentos a los trabajadores «mejora sus condiciones laborales» y eso «acaba beneficiando a la productividad de la empresa» dice Melle. «En Alemania se favorece una mayor presencia de los trabajadores en las decisiones de la empresa», apunta.

Las condiciones de los trabajadores no suelen ser las mismas en una pequeña empresa que en una mediana o grande. Tampoco las de los directivos. «Muchas pymes fracasan por las capacidades directivas», señala Melle. «Si no hay tamaño, el directivo no encuentra suficiente reto en la pyme», dice Manuel Urrutia, director general de la asesoría de empresas Confianz. En el caso de las empresas familiares «si no tienes la sucesión directiva garantizada y no la encuentras fuera porque no tienes tamaño las cosas se complican».

La cuestión es cómo ganar peso. «O lo haces de manera orgánica, creciendo y potenciando tus ventajas competitivas (y en mercados maduros eso es complicado), o adquiriendo competidores», propone Urrutia. Este tipo de operaciones (fusiones y adquisiciones) son más típicas de las empresas grandes. Se han vivido estos últimos años sobretodo en el sector de la banca, pero ahora «es un buen momento para plantearse estas opciones porque hay empresas que tienen capacidad financiera y porque la banca y las compañías de capital riesgo ayudan».

Nadie tiene la barita mágica, pero a juzgar por el comportamiento registrado por las empresas medianas en las grandes economías conviene intentarlo.

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